Señorita Maestra

Está dificil ser maestro hoy en día. Aunque las Marisas se espanten yo sigo pensando cada día si me da el cuero para seguir en esto. Ser maestro hoy es lidiar con papás muy enojados, con pibes llenos de dramas, con realidades nuevas que no están nada buenas. Ser maestro es una manera de sentirse siempre en falta y a la vez poco valorado. Es una responsabilidad y es agotador. Es volver a tu casa con la cabeza quemada y seguir pensando todo el día en por qué un pibe te contenstó mal o ese papá mandó una nota con un tono de mierda.

Pero, a la vez, ser maestro es otras cosas. Ya dije alguna vez que la docencia tiene momentos en que "se arma". Yo no sigo en esto por sacerdocio, ni para cambiar el mundo y mucho menos por la guita. Soy maestra por estos momentos mágicos que se dan cada tanto y que hoy me quiero regalar recordándolos:

-Para mí, ser maestra es ir a ver a la murga de la Villa 31 y que un gigante de 18 años se acerque a decirle a mi bebé por lo bajo "Tu mámá fue mi seño".

-Es que un pibe que está en la luna todo el año me sorprenda con un retrato que me hizo mientras yo leía un cuento.

-Es la cartita que una alumna de primero le escribió a León cuando nació: "Leoncito: Tu mami me enseñó a leer y escribir y asumar y a restar".

- Es el aplauso que mis pibes de quinto no pudieron contener cuando terminé de leer "Continuidad de los parques" de Julio Cortázar.

- Es el café con los compañeros antes de arrancar la mañana donde hablamos desde sintaxis hasta de sexo.

- Es el abrazo sin palabras con un papá que está pasando una situación de mierda con su hijo.

- Y es también el abrazo sin palabras a un hijo que acaba de perder a un papá.

- Es un libro en el Día del Maestro dedicado "Para una Cronopia de otra Cronopia".

- Y es, sin lugar a dudas, seguir preguntándose todos los días si da seguir siendo una señorita maestra.